Sabía que lo iban a matar, pero no hizo nada para evitarlo. Lo sentía, lo percibía en la piel. Se sentó con una calma infinita en la silla y tomo un analgésico para el dolor de cabeza. Cerró los ojos y vio pasar su vida, desde el primer rayo de luz que atravesó sus pupilas hasta el sabor amargo de la aspirina en su boca. Se acordó de Ángela, su amante de esa noche de otoño, recuerda el momento en el que se recostó sobre su vientre,y no volvieron a encontrarse. Él sabía que estaba cometiendo un error, ese error que le costaría la vida. Pensó en Bayardo, sintió pena por él, pero aún así, seguía en su firme postura de no arrepentirse de sus actos. Por un momento, la imagen de su madre Plácida se cruzo por su mente, la vio tranquila, la imaginó enterándose de su muerte, llorando desconsoladamente, suplicándole a Dios que alguna fuerza sobrenatural le devolviera la vida al cuerpo de su hijo, que yacía inerte sobre el suelo.
Abrumado por tantos recuerdos, se levanto alborotado de la mesa, agarró un papel y se limitó a escribir una palabra, “Gracias”. Lento, sin prisa alguna, abrió la puerta y camino sin rumbo durante unas horas. Cortó una flor del suelo, la más hermosa de todas y la dejo en el umbral de la casa de Ángela. Solo esperaba sacarle una sonrisa, sabía que amaba las rosas negras.
Caminó y caminó hasta que se hizo de noche. Pisó la plaza y a lo lejos pudo ver a los gemelos, y comprendió que no era tiempo de morir, no así. Corrió al mar y al sentir la arena en sus pies, se sintió en paz. Avanzó y poco a poco se fue sumergiendo hasta quedar en la oscuridad absoluta, la oscuridad de la muerte.
Los días pasaron y la desaparición de Santiago fue quedando en la memoria de la gente, los abuelos se la contaban a los nietos, y así, de generación en generación.
Así fue, como Santiago Nazar se volvió inmortal, viviendo por siempre en su propia leyenda.
Final Alternativo de "Cronica de una muerte anunciada".
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Gentes que dejaron su marca.