A los maestros de mi vida les voy a dedicar esto.
A esos que no solo enseñan ingles, química, historia o biología.
A esos que bañan de tiza los pizarrones.
A esos que están siempre aunque no los veas.
A esos que te conocen mas que nadie.
A esos que comparten mas horas con uno, que uno mismo.
A esos que hacen tan feliz y triste en cuestión de segundos.
A esos tan odiados.
A esos tan amados.
A esos tan respetados.
Y porque no, a esos que a pesar de que lo intenten, no captan ninguna mirada.
A esos que no les entiendo nada.
A esos que me explican con paciencia, y sigo sin entender.
A esos que ya ni explican.
A esos que ya se retiraron.
A esos que ya no veo.
A esos que veo todos los días.
A esos que se olvidaron de mi.
A esos que me enseñan a caminar día a día. Y no me enseñan a caer, ni amortiguan la caída, la hacen doler mas, para que me pueda parar yo sola.
"Parecía que el drama la llamaba. Se complicaba eternamente a la hora de escribir, imitando las vueltas laberínticas de Borges, pero con una vulnerabilidad que él nunca había podido plasmar. Dejaba el alma en el papel, y algo más, también algo más que no podía precisar; pero que llenaba sus textos de mística. Resultaba difícil comprenderla. Pero cuando la entendía, cobraba en mi cabeza un sentido sobrenatural. Como un bonus internacional, la llamaba mi Ángel de la Música. Y la amaba."
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Gentes que dejaron su marca.