jueves, 29 de noviembre de 2012

Carta a una hija


Mi princesita ya no has de temer. Por siempre a tu lado estaré. Mi princesita guardada en un cajón como una bailarina de cristal. Bailarina de cristal siempre girando en el mismo lugar, bailarina de cristal de piel blanca y pelo transparente como el viento. Guarda contigo la corona de caracoles que te hice. Guarda en ella los recuerdos. El día que juntos por la playa los metimos en tus bolsillos de a puñados tan grandes que tus pequeñas manos ya no podían abarcar.

Pequeña niñita en mi corazón siempre estarás porque yo nunca me iré, nunca me fui. Con un pañuelo de aire voy a secar tus lágrimas, con manos ajenas acariciar tus pómulos y limpiar tu boca. Ya no quiero verte triste, esperando lo que nunca llegará. Esperando en tu umbral de sueños por realizar. Tal vez mi cama vacía ya no te recuerde a mi, se ira poniendo fría, lo sé, princesita. Pero ahora podrás saltar cuando quieras, y saltando llegar al cielo, a mis brazos.

Muchas veces me pediste que te contara la historia de aquel hada cuyos ojos cambiaban según el color del tiempo. Ahora presta mucha atención, pequeña. Si te miras al espejo, podrás notar que tus ojos son del color del tiempo. A veces verdes, grises o azules. Y en tu espalda se empiezan a asomar algunas plumas blancas. Mi princesita hoy me han dicho que te vigile desde arriba, y así cuidarte de las malvadas hechiceras. 

Ya no llores, te conozco, se que lo estas haciendo mientas lees estas líneas. Se cada uno de tus gestos y manías. Se de ese pocito que se te forma al lado de la boca cuando ríes con vergüenza. También te extrañaré, pero siempre llevo tu perfume en mi piel. Mi piel eres tu. Juguemos a las escondidas una última vez, y verás que te será muy fácil descubrirme pues me esconderé en cada ligar de tu castillo de arena, ese que yo te construiré. No, no es que te estoy dejando ganar otra vez, puedo ver que así lo piensas y estas comenzando a enojarte un poco. Calma, reina. Ahora, princesita, es hora de dormir. Cierra los ojos mi amor, no tan fuerte. Abre los oídos y recuerda que papi siempre te cuida. Te cuida, te mira y te canta tu canción… 
"Duerme chiquita que sueñes en paz que hoy en mis brazos te quedarás duerme princesa de mi corazón que tu padre te espera con esta canción"