Y ahora puede correr y gritar que es libre. Ahora puede
correr por el campo o por la ciudad sin mirar atrás. Ahora puede sonreír y no
llorar. Ahora puede ser ella una vez más. Le costo, el cuerpo le duele de tanto
buscar su corazón en pedacitos por el piso para volver a armarlo. Le tomo un
tiempo, y aunque le faltan partes aun, partes que tal vez nunca vuelvan, va a
volver a tenerlo entero. Y si ya no tiene miedo, entonces no le va a costar ir
cantando mientras que corre. No le va a importar lo que quede atrás. Ni
suspiros, ni emociones, ni miradas crueles que le dejan cicatrices. Son
cicatrices que no va a poder borrar. Heridas que nunca se cerraran. Ella sufre,
en su habitación. Se pasa las horas, mientras llora por su desilusión. Espera
volver a escuchar su voz, la voz que tenia antes. Odia verse así, lo odia con
todo su ser. Se siente la peor, o mejor dicho se sentía.
Que ya no se esconda, que ya no se esconda atrás del maquillaje.
Que ya no se esconda en el silencio y en
los otros. Que no se esconda detrás de una joven lastimada. Que sea quien nació
para ser. Que ilumine como esta predestinada.
Que brille como la estrella más hermosa. Que renazca de sus cenizas. Que
sea feliz. Que ría. Que baile. Que se vuelva incandescente.
La felicidad se le presenta como una utopía inalcanzable,
pero corre, corre y corre. Corre ahora que puede correr, y quien sabe, quizá luego
vuele. Vuele y jamás la veremos caminar. Jamás la volveremos a ver. ¿O si?
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Gentes que dejaron su marca.