viernes, 25 de mayo de 2012

Y ahora puede correr y gritar que es libre. Ahora puede correr por el campo o por la ciudad sin mirar atrás. Ahora puede sonreír y no llorar. Ahora puede ser ella una vez más. Le costo, el cuerpo le duele de tanto buscar su corazón en pedacitos por el piso para volver a armarlo. Le tomo un tiempo, y aunque le faltan partes aun, partes que tal vez nunca vuelvan, va a volver a tenerlo entero. Y si ya no tiene miedo, entonces no le va a costar ir cantando mientras que corre. No le va a importar lo que quede atrás. Ni suspiros, ni emociones, ni miradas crueles que le dejan cicatrices. Son cicatrices que no va a poder borrar. Heridas que nunca se cerraran. Ella sufre, en su habitación. Se pasa las horas, mientras llora por su desilusión. Espera volver a escuchar su voz, la voz que tenia antes. Odia verse así, lo odia con todo su ser. Se siente la peor, o mejor dicho se sentía.

Que ya no se esconda, que ya no se esconda atrás del maquillaje. Que ya no se esconda en  el silencio y en los otros. Que no se esconda detrás de una joven lastimada. Que sea quien nació para ser. Que ilumine como esta predestinada.  Que brille como la estrella más hermosa. Que renazca de sus cenizas. Que sea feliz. Que ría. Que baile. Que se vuelva incandescente.

La felicidad se le presenta como una utopía inalcanzable, pero corre, corre y corre. Corre ahora que puede correr, y quien sabe, quizá luego vuele. Vuele y jamás la veremos caminar. Jamás la volveremos a ver.  ¿O si? 

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Gentes que dejaron su marca.