martes, 19 de junio de 2012


Y cuando me acerque, entonces comprobé que sí tiene ojos verdes. Que si tiene un lunar en la frente. Y que si, es lo que esperaba. Comprobé muchas cosas, pero por sobre todo, sus ojos. Almendrados y verdes. Sin maquillaje y verdes. Con pestañas y verdes. Me miraban, verdes, me miraban a mí, y yo respondía con color marrón. Mientras ella me entregaba luz, verde, yo solo podía responder con marrón, un marrón que brillaba por el simple hecho de estar emocionado, un marrón emocionado que enfrentaba a un verde agradecido. 

viernes, 15 de junio de 2012

Mi mundo.


 Si lo miro a los ojos entonces entiendo todo. Si lo miro a los ojos puedo ver muchas cosas, entre ellas a mi misma. Puedo ver un océano azul con una isla pequeña y sin palmeras. Puedo nadar en el agua fría y acariciar la arena con mis manos cuando llego a tierra firme. También puedo ver un castillo medieval, con una princesa clamando auxilio, como en los cuentos de hadas. La princesa grita y nadie parece escucharla. Es morena, y lleva un vestido azul, su rostro es un tanto particular. Un lunar en la frente es el toque final para hacerla única, no es como todas las princesas de cuentos, es diferente, una en un millón, o quizás la única. Si sigo mirándolo un rato más puedo entender el infinito y su complejidad, puedo entender el infinito como una flor roja con millares de pétalos. No es una rosa, ni es un tulipán, es solo una flor. Sin etiquetas. Una flor. El tallo es mas bien largo y sin espinas.  En su centro se forma un laberinto de escaleras que forman un espiral. Es una flor que muchos anhelaran, pero nadie la encuentra. Esta en un prado, lleno de muchas otras como ella. Indistinguible del montón. Esta en un prado, y en sus ojos, por eso solamente yo la conozco. Cada vez me meto más en su mirada y siento una lluvia de estrellas caer sobre mi espalda. Son estrellas, pero no lastiman. No lastiman, son como algodón,  me corrijo, son de algodón. Es incontable la cantidad que cae de algo que puedo llamar ‘cielo’. Caen y caen sin cesar. Se sienten húmedas de a ratos. Y entonces veo un arcoíris. Un arcoíris inmenso, sin duendes ni oro. Solo un arcoíris con sus colores brillantes. Puedo tocarlo, puedo hacerlo. Puedo sentirlo. Tiene perfume, una fragancia rara, que no podría identificar ni en un centenar de años. Y entonces, sigo y sigo mirándolo sin parar. Es tan bello mirarlo. Después de unos segundos empiezo a ver una caja de música, que se abre para darle paso a su bailarina. Una bailarina de cristal. Una bailarina que lleva años guardada en un cajón. Lleva un tutu negro, y el cabello recogido. Parece triste, parece llorar. Parece que sus pies pesaran, como si fuesen de piedra, aun así baila, y parece volar.

Si salgo de sus ojos puedo reposar en sus pestañas por unas horas. Son cómodas y cada vez que parpadea parecen mecerme en cámara lenta. Son largas, y marrones. No son suaves. Nadie tiene permiso a descansar en ellas más que yo, yo y alguna lágrima de vez en cuando, muy de vez en cuando. Y después, vuelvo a subir, y me meto en sus pupilas una vez mas, como una adicción insaciable de placer. Y entonces es cuando estoy en el desierto. Un desierto de eternidad completa, donde el tiempo no pasa. Es un desierto poco común, porque llueve más que en cualquier otro lugar en el mundo. La arena es aterciopelada, y blanca como la nieve, pero es arena. De repente, me encuentro cayendo sin sostén de una cascada inmensa. Caer me gusta, y creo que es la parte mas entretenida del viaje. Caer y salir por sus lagrimales. Claro, me convierto en una lágrima más. Entonces ya ese recorrido no me gusta. Veo también una canción. Dirán que las canciones se escuchan, no se ven. Pero no. Yo puedo verla. Es una brisa que mueve los arboles de manera tenue y sutil. Es color verde, mas bien claro. Es el color de la esperanza y la unidad. Es el color de la pasión. Es el color de la vida. Es música, que mas da. Música, solo eso. Música acá y allá. A su paso deja una estela dorada y brillosa. Deja paz. Deja amor, fundamentalmente amor.  Es una canción tan pegadiza que me obliga a tararearla por el resto del día.

Vivo para contar esto. Soy lo que veo en tus ojos. Es un mundo inventado que creé solo para nosotros dos, y nadie más. Solo dos en un mundo para millones. Es un mundo perfecto. Es mi mundo. Y son tus ojos. Es una eternidad. Una eternidad que yo sola puedo ver. ¿Y sabes donde la veo? En tus ojos. Ojos, ojos, ojos. No me canso de decirlo. Te amo porque tenes ojos, y por eso podría amar a cualquier otro ser en la Tierra, pero no. No pasa. Entonces quizás este loca, por inventar mundos de fantasía con princesas desamparadas y desiertos en los que llueve. Entonces si, lo estoy. Y soy un caso perdido. ¿Y sabes por que? Por vivir escondida en tu mirada, y por entrar sin permiso cada vez que me miras, o ¿acaso me das permiso con solo mirarme? Si digo que todo esto, todo este invento vulgar ocurre en un instante, nadie me creería. Pero de todas formas, ¿Quién sabe cuanto dura un instante?

jueves, 7 de junio de 2012

"Yo soy músico. Mas bien poeta, pero músico en fin. Y ella, ella es mi mejor canción."