miércoles, 16 de enero de 2013


El viento frio le acaricio la nuca. No podía evitar sentir ese vacío en el pecho. No se resignaba a amarlo más que a nada en el mundo. Buscaba encontrarlo en otras personas, intentaba olvidar que sus almohadones tenían su perfume. Recorría su casa en busca de distracciones y lo único que lograba encontrar eran momentos. Recordó el momento en el que se abrazaron en la puerta de la habitación. Recordó cuando el estaba acostado en la cama y ella cantaba mirando la ventana. Cantaba una canción triste. Y a el, le gustaba. Le juro que se la iba a aprender en el piano y que ella estaría a su lado. Que se la iba a enseñar, aunque sus dedos no eran tan agiles. Ella le contesto que solo servía para cantarla, como podía, pero que tenía sentimiento en su voz.
Ya nada era lo mismo. Lo sentía cerca. Se negaba a aceptar todo lo que había pasado en fracción de minutos. Le dolía el olvido y se le clavaba en su espalda como una daga que comenzaba su recorrido debajo del cuello y terminaba en la punta de sus dedos del pie. A veces reía contando anécdotas de ellos juntos. La gente se divertía. Pero después, venia la melancolía y todo lo pudieron ser.
Comprobó una vez mas que a las palabras se las lleva el viento. No son nada. Y tal vez se cuestionaba si todo lo que había hecho por él alguna vez, valió la pena. Se sentía insegura de seguir adelante con una vida que no le pertenecía. No le pertenecía, porque el la había robado. Se le escapo por entre medio de sus manos sin piedad y desato en ella el más agudo de los dolores. Jamás hubiese pensado que esa persona a la que había amando desde que tenía uso de razón, podría ser capaz de causarle semejante pena. Había establecido en ella una cruz con la que debería cargar el resto de sus días. Las memorias y suposiciones le pesan y no la dejan caminar.
Por momentos esta bien. Habla con coherencia, puede seguir adelante. Pero después otra vez, las risas, risas, risas. Recordaba su sonrisa todavía. Pero de a poco se iba olvidando de su voz, y juro que es cierto. No lo extrañaría si no lo conociera, uno no puede extrañar algo que nunca tuvo. Pero el, el le pertenecía. Confidentes. Secretos. Se fue. Se lo llevaron. Y nunca más va a volver. Y si duele, es porque se ama. Y si se ama, entonces va a doler.
Había prometido cuidarlo. Para siempre. Prometió que no se permitiría verlo sufrir. Pero al parecer, el no hizo lo mismo. La vio desgarrarse de dolor en frente de sus ojos, y no hizo nada al respecto. La vio morir entre sus brazos, y la dejo. Se llevo con el, su vida y la destruyó.
No sabia vivir sin el. Nadie le había enseñado. La herida queda. Siempre sigue doliendo. Sangra de a ratos. Y gotea esa sangre, que el mismo supo curarle. Y ahora, ella podría estar parada en frente de un acantilado, al borde de caer y a el… ¿Le importaría?

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