Me acerque muy cerca para escuchar como respiraba. Me
acerque tan cerca que podía ver minúsculo lunar que lleva en la punta de su
nariz, no se nota, aun así lo vi, o lo imagine. Pero estaba allí. Era de un color amarronado. Difuminado. Se parecía
mucho al que tenia en el mentón. Muchas veces me cuestioné si tal vez el mismo
lunar se desplazaba de un lado a otro por su rostro, pero no. Él me dijo que
no. Si me mentía, nunca lo sabré.
Respiraba lento, y pausado. Respiraba con una calma abismal.
Respiraba. Respiraba y también dormía. Hacia unos minutos que se había quedado así,
casi sedado por polvo de hadas. Y mis ojos no podían desprenderse de él. Quizás
sabia que lo miraba, o quizás no, lo cierto que no me lo hacia notar. Estaba en
paz. Si soñaba pesadillas, entonces se notaria en su rostro. Sudaría frio, o de
vez en cuando, tendría un escalofrío.
Dormía en el sillón. No en la cama, ni en el piso. Sin
almohadas ni almohadones. Sin frazadas ni sabanas. Solo estaba allí, sin
moverse. Un movimiento en falso podría hacerlo caer. Caería a mis pies, una vez
más.
Cada vez que respiraba inflaba su pecho, mucho. Luego lo
vaciaba de golpe, como si algo lo presionara a hacerlo. Sus labios permanecían cerrados,
o alguna que otra vez se vislumbraba una sonrisa, que dejaba entrever sus
aventajados dientes.
Y me pregunto con que sueña. O si siquiera algo esta
soñando. Me pregunto si yo me encuentro en su cabeza infinita. Me lo pregunto
en voz bajita, no quiero despertarlo. Esta divagando en otro mundo paralelo.
Divaga y divaga. Lo más probable es que jamás me entere lo que esta en sus
sueños. Si soy muy afortunada, me lo contara cuando abra sus ojos nuevamente.
Tal vez esta creando un pueblo, pequeño. En el que quepamos solo nosotros dos.
O un mar inmenso, en el que nada y nada sin parar. Sin restricciones.
Alguna vez me regalo una rosa. Otra solo un pedacito de
cielo. Hoy tan solo espero, que me regale, ese sueño que esta soñando. Lo mejor
será que me conforme, con acercarme a su pecho y sentirlo respirar.